En la época feudal, el vasallaje dejó de ser una práctica necesariamente vinculada al rey y pasó a convertirse en un contrato o compromiso verbal entre dos hombres libres: el primero solicitaba protección al señor, y éste, más poderoso, se la daba.
De esta manera, se fue formando una jerarquía social, cuya característica principal consistió en que los hombres libres se convertían en vasallos de otros más poderosos.
Los deberes y los derechos
A través del contrato de vasallaje, el señor adquiría poder sobre el vasallo, pues éste le prometía fidelidad, obediencia y respeto pero este contrato determinaba, también, ciertas obligaciones y derechos por ambas partes.Mientras el vasallo se comprometía a apoyar a su señor con consejos y ayuda militar y económica, el señor, por su parte, se comprometía a proteger al vasallo y a entregarle una compensación material que dependía de su generosidad: caballos, armas, vestidos lujosos y sobre todo tierras.
A través del contrato de vasallaje, el vasallo adquiría de su señor un beneficio material: diversos objetos, un puesto de importancia, el derecho a un cobro, a una renta o a tierras. Al comienzo, esta compensación se llamó beneficio. Luego se llamó feudo y acabó por designar casi exclusivamente el beneficio en tierra.
En cambio, el feudo desprovisto de toda base territorial fue llamado feudo de bolsa y se presentaba bajo diversos aspectos: podía consistir en la entrega de una suma de dinero al vasallo, o en una renta fija.
Cuando el feudo era una propiedad de tierra, tenía una extensión variable y albergaba las fuentes de riqueza indispensables: agricultura, ganadería y explotación forestal. Se trataba de una unidad económica autárquica, en la que se consumía lo que se producía. El comercio, en cambio, fue casi inexistente. En ese entonces, las relaciones comerciales se limitaron, por parte del señor, a la compra ocasional de objetos de lujo o mercaderes ambulantes, y por parte de los campesinos, a pequeños intercambios entre vecinos. Asimismo, la producción artesanal declinó.
El señorío territorial
Todos los feudos giraban alrededor de la residencia habitual del señor feudal: el castillo o la abadía. Los nobles raramente cultivaban todas sus tierras. Por eso concedían una buena parte de ellas a otras personas. Conceder la tierra equivalía a adquirir un poder: el de participar en los recursos de las familias a quienes se les entregaba. La tierra cultivable se dividía en tres partes diferentes:- La reserva eran las tierras de uso exclusivo de señor: él las explotaba directamente, empleando una mano de obra en su mayoría servil. Todos los productos de la reserva caían en manos del señor.
- Los mansos eran pequeñas parcelas confiadas a campesinos libres, colonos, que a cambio, trabajaban unos determinados días al año para el señor y le daban una parte de su cosecha o dinero. También a los siervos se le entregaban parcelas para cultivar, en ese caso se hablaba de mano servil.
- Las tierras comunales de aprovechamiento común eran, fundamentalmente, bosques y pastos para el ganado.
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